Pensaba en las musarañas y luego pensé en una obviedad: descolgarnos desde la superficie al interior y viceversa, escalar de la quietud a la risa, dormir los miedos en la misma almohada, en definitiva, amarnos juntos, es una de las formas más gozosas y socorridas que se me ocurren para intentar escapar de los abismos de la mediocridad, el simulacro y el abandono.
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