Adormecidas las cosas, no le quedó otra que sumarse a la modorra general e intentar reconvertirse en complemento circunstancial de sí mismo. Pensó que, de ésta forma, él y sus circunstancias podrían llegar a ser algo más que una minúscula porción de universo en danza. Algo no salió bien y se quedó tal cual estaba: carne fotocopiada, poco más que un dócil cuello en busca de su cuchillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario