Tuvo una revelación: sin fervor, con la misma tensión y rectitud que una piedra cae en el pozo, dudaría de sí. Y así fue. Nueve mil novecientos noventa y nueve días después de aquél sueño, la cama de entrambos quedó convertida en polvo, y entonces dudó. Camino del baño, y en medio de una calma perfecta, su alma se desplazaba dentro del pijama como una sombra uniformemente acelerada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario