viernes, 1 de junio de 2012

CINCO SEMANAS DESPUÉS


Sin un nombre, sin un triste número que echarse a la boca, el tiempo crecía fértil y azaroso en medio de galácticos resplandores alcohólicos. Nada hacía pensar que aquella espesura nocturna, aquella extensión infinita y rugosa, tendría algo que ver con las posteriores ciénagas de polen, con esos ojos soñolientos a modo de círculos ciegos de magma roja, y con aquella arcoirisada sonrisa por la que cinco semanas después le quitaron la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario