Mezcla de zafiro y estaño, el hijo se enquistó en su vientre provocando en ella un mal de altura y un dolor larvario. No se equivocó la madre de oscuras pestañas en su deambular por las piedras descalzas. No. Y gracias a eso hoy la veo dormir, hermosa como un espejo que reflejara el brillante resplandor del carbón, abrazado a su semilla de cobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario