Maltratado por las caricias de un sol maleducado, su cara era pura expresión de mármol huesudo, y su patria un escalofrío. Habitaba junto a los pedernales, en las orillas de las frutas derretidas, rebozándose mientras podía en el sexual lodo de la agonía, la vida y el aire. Las espumas le amaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario