jueves, 4 de octubre de 2012

NIEBLA PRIETA

Cabizbajo y meditavago, perpetuo tránsfuga de sí mismo, todo lo que tocaba derivaba en vértigo. Para mal, dessoñaba lo soñado y el desensueño resultante iba a parar indefectiblemente al cubo de una niebla prieta como la madre que le parió. Coqueteaba con los ripios, de los que era fiel seguidor, pero ni aún así disfrutaba. El día de su muerte se le vio tranquilo, y cualquiera diría que hasta feliz.

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