Se miró en el espejo y escudriño sus pupilas con detenimiento, pero no. La verdad es que a través de unos ojos no puedes descubrir nada. Quizás la lejana línea del horizonte. No obstante, y como solía esconder sus emociones detrás de una magnífica sonrisa, sonrió. Una mañana despertó y, de pronto, el mundo era mejor. Todo era tan fácil y liviano que no tenía la sensación de estar dentro de su cuerpo.
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