viernes, 26 de octubre de 2012

UNA TARDE DE INVIERNO RECIO

Pasó los últimos diecisiete años de su vida recluido en un manicomio. En todo este tiempo, nunca nadie fue a verle. Con los ojos fijos en una pared, en cualquier pared con tal de que la tuviera enfrente, modelaba en su cabeza secretos pasadizos por los que huía del amor, intentando olvidar así los restos que quedaban de su propia memoria. Aquel terrible viaje al interior de sí mismo terminó una tarde de invierno recio. Fue enterrado en una tumba sin nombre, y sólo un número le delata.

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