lunes, 24 de mayo de 2010

EL HOMBRE DEL BASTÓN

Era el principio y le dio por empezar. Así son las cosas al principio. El caso es que olvidó su propio nombre aún antes de conocerlo y la abrupta geografía de su piel le impedía disfrutar de los campos que había al otro lado de su pecho. Su carne aún viviente fue víctima propicia de una tentación. Pero todo eso fue al principio, y como los principios crecen y después se van, de igual modo que se van los sonidos y la luz de antaño que algún día fue, pues él también se fue y le dio por terminar. Y fue entonces, en el momento preestablecido, cuando el día que ya era tarde decidió volver sobre sus pasos. Y fue entonces también, precisamente cuando un asqueo moderado se adueñó de todo y los objetos del deseo estuvieron a punto de desaparecer, que el hombre del bastón decidió quedarse, por momentos envuelto y por momento devuelto, ambas cosas hacía él.

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