viernes, 14 de mayo de 2010

TIEMPO DE ZARZA

Congeló en su corazón enormes porciones de venganza que caducaron y con el transcurrir del tiempo se echaron a perder. Y decidió marchar. Bebió de su vergüenza y cegó el balcón y las ventanas de la casa, hecho lo cual sólo le restaba dinamitar los pilares de miseria y sumergirse de lleno en la historia de derrotas cotidianas de las que se alimentaba su ruina. Y todo eso lo hizo sin mirar atrás. Y a renglón seguido se sentó porque estaba más cansado que un perro. Y una vez sentado, la sombra de su mano se proyectó sobre el futuro. Y el tiempo le pareció un tiempo de zarza. Y la soledad, una soledad desfallecida.

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