Antes de dormir, se acercó a su oreja un sueño chivato para explicarle punto por punto muchas de las cosas que nunca quiso saber. Para que lo sepan y puedan reconocerle, el traidor en cuestión tenía cuerpo de perro y su aspecto era como de bruma deshilachada. La víctima, cara a cara con el espejo partido, oró: no la dejes caer de nuevo en la tentación.
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