Arrinconado en su invisibilidad, parecía tener el cuerpo consumido por el uso excesivo de palabras ancianas y secretas. Necesitaba luz y aire, y fue en su busca. Y eso es lo mejor que se puede decir de él, que agitó sus alas y fue en busca de aquello que creyó necesitar. El fracaso fue prodigioso: apenas si encontró rastros del espectro de Hamlet.
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