Siempre le gustó mascar lagartijas. Eso era así. Además, la muerte estaba rondando, tenía mucha hambre acumulada de tanto y tanto abandono, y demasiada facilidad para revivir recuerdos de odios antiguos. Pero con todo y eso, cuando aquella lengua curiosota escapaba de entre esos labios especialmente dulces, pensaba que había que batallar amando, y en cada pausa, hacer más amor amando.
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