“Dadme una máscara y os diré una verdad, mi verdad”, dijo el payaso a su público. “Luego, si no estáis contentos, os contaré un cuento, que será mi cuento”. Aún a pesar de la seriedad de sus palabras, no encontraba la forma de quitarse ese aire a pensión barata y sopita al cuarto de hora, como si la vida toda de ese payaso no consistiera en otra cosa que un eterno ir y venir pelando siempre el mismo boniato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario