Dirijo los pasos a la raíz misma de la palabra, y mi torpeza hace el resto. Escarbo y la palabra se rompe, dando lugar a palabras astilladas que se incrustan en la garganta. El resultado son transparentes grietas de dolor y vida en proporciones terriblemente injustas. Avergonzado, me hundo allí donde escarbé. Dadme un sueño, me digo, unos ojos sobre los que descansar, y volveré al mundo.
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