Tras las rejas de aquél jardín habitaba un sujeto hábil y desdichado que era muy pequeño, aunque de gran estatura, y ruin, ya que por ruin se tenía. Real y grave, siempre iba allí donde no quería ir, siempre con miedo de no volver, y sólo bajo tormento confesaba mentiras tan lindas que pocas verdades se le igualaban en hermosura. Su felicidad, imposible de toda imposibilidad, rebosaba de soledades y asperezas.
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