Los sones de un corazón en fiesta anuncian la fuga del próximo instante. Ya. Se fue. Sin encono, empujado por un dulce hechizo de incomprensible regularidad, ha sido degollado a cuchillo. Su muerte, extática y densa como todas las muertes, nos habla de lo inmisericorde del tiempo y de la fría piedad de la piedra.
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