En un descuido tonto, la poesía robó la cartera a la razón. Hasta entonces, nadie había osado a nombrar aquello que, estando en las cosas y siendo propiedad de éstas, pertenecía sin embargo al alma. El precio a pagar fue brutal. Ni siquiera los Tigres del Norte pudieron sobrevivir al aluvión de represalias que tuvieron lugar y que anegaron por completo los territorios del espíritu.
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