Las imágenes se acercaban a mí y me hablaban. De todo. Del retorno a la tierra. De gatos que nunca son mis gatos. De inmóviles gigas de carne bien comunicados. De longitudes sin color. De un poema con pretensiones redentoras. De mis combates cotidianos entre la locura y la norma. De todas las esperanzas que tuve. De unos besos deslastrados de cualquier atisbo de razón. La última, la más discreta, no dijo nada.
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