sábado, 9 de abril de 2011

BABEABA FELICIDAD

La dama, un tanto desganada, caminaba con la parsimonia propia de los viejos tiempos, y si bien su reinado visual era benigno, lo cierto es que escrutaba con mirada desdeñosa todo lo que encontraba a su paso. Sabía que su padre no estaba en los cielos y, aún así, se persignaba cada vez que pasaba frente a la funeraria. Vivía en un paraíso extraño pero, vista de lejos, cualquiera diría que babeaba felicidad.

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