También él quiso que un viento próspero le llevara en volandas por la vida, como ocurre con marqueses, adelantados y otras gentes de buen vivir. Lamentablemente, no son muchos los que viven como mosca entre la miel si dependen, como era su caso, de una lengua socarrona y afilada con la que peleaba un día si y otro también. Aún a sí, no tenía queja. A bulto, la vida le parecía bien.
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