Sus besos son para mí como la miga para los gorriones: necesidad, felicidad sin adjetivos, música callada. Las certezas que me aporta este mundo elemental es el que me permite aventurar la piel más allá de las sábanas y escoger, de entre todo lo vivido, dos instantes: el calculado desorden de su sonrisa, y el absorto perfume de vegetal azul con el que me recibe cuando la riño.
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