El formidable sombrero se desangraba en estéril martirologio, desollado por aquello que después se conoció como una epopeya de luz. Moribundo y todo, el complemento excavaba agujereando con gusto en todo aquello que de prodigio tiene la vida. Pero no hubo record. Desencajada de todo firmamento, y convertida en una especie de tragaluz confidencial, aquella máquina del diablo era incapaz de medir tanta congoja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario