martes, 5 de abril de 2011

UN ERUCTO INCOMPRENSIBLE

El estanco, la taberna, la funeraria, la salchichería…toda la arquitectura del vivir pasaba delante de sus ojos hasta que furtiva, como ladrón en la noche, llegó su última hora. Puso fin a la andadera, sentose, y durante los sesenta minutos postreros desfilaron por su cabeza pensamientos inconexos a modo de disfraz transparente, restos de ignorancia, y un eructo incomprensible que, ineluctablemente, fue escuchado.

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