Tenía la cabeza llena de huéspedes indeseables. Las esperas, al igual que las ausencias y alguna que otra pena, formaban meandros que desembocaban en su pecho en forma tumultuosos deltas. Pensaba que sólo una secuencia bien ordenada de gin-tonic sería capaz de enjuagar tanta escoria neuronal. Mientras tanto, en la nuca del sueño reinaba la luna llena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario