jueves, 16 de agosto de 2012

VIAJE A GARCÍA

Tras el diluvio, se produjo un cambio en la dirección del viento, de modo que abrió por última vez el libro de las huidas y se dispuso a abandonar el prematuro invierno interior en el que vivía instalado hacía ya algunas décadas. Descarnado, abierto y algo elemental, inició un viaje hacia sí mismo, “Viaje a García” le llamó, para escapar de la plomiza oscuridad y la pesadilla de autodestrucción que padecía. Educado en la escuela de la mirada, fueron finalmente sus ojos, hermosos y terribles, los que le condujeron a la luz.

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