sábado, 8 de diciembre de 2012

ESGUINCE NEURONAL

El espejo reflejaba jirones de realidad, vale decir grumos, fragmentos de tiempo vivido que se fundían unos con otros hasta quedar diluidos e invisibles en mitad de una orgia de luz. Las ciudades, los hombres y las cosas quedaron en algún lugar entre los objetos que los vieron nacer y su invisibilidad, y fue el rio de la memoria el que los condujo a este mimético secarral lingüístico, repleto de gestos vacíos y autocompasión. Después dejó de ver, y lo visto lo achacó a las fiebres producidas por un esguince neuronal.

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