domingo, 16 de diciembre de 2012

ROTO, PERO CALLADO

Era un recuerdo de exactitud indeterminada, en una latitud de esas donde llueve 300 días al año. Allí, un sol de otoño tardío aliñaba su cara arrugada y contrita, embadurnándola de un calor y una dulzura con sabor a antiguo. Todo el mundo se había dado cuenta de su derrota, pero no importaba. Había encontrado por fin un lugar en el permanecer callado. Roto, pero callado.

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