sábado, 15 de diciembre de 2012

MARUJA

Estaba en su cama y resacoso, de eso no había duda. Descuidadamente rotó sobre sí mismo en un gesto que le trasladó de una posición decúbito supino a otra posición de decúbito prono, lo que supuso el inicio de profundas modificaciones en su forma de percibir el mundo. Lo cierto es que, gracias a este cambio posicional, su mano izquierda rozó una piel que no era la suya. A lo mejor no fue un sueño y esa es la prueba que necesitaba para confirmar la existencia real de un ser que hasta ese momento no representaba sino un supuesto necesario cuya demostración objetiva resulta incierta. A lo mejor Maruja no solo existía sino que estaba allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario