lunes, 10 de diciembre de 2012

UN GATO QUE SE ASOMÓ A UN ESPEJO

Erase que se era un gato que se asomó a un espejo que tenía dos salones, uno delante del espejo y otro detrás. La historia les sonará. Tras el espejo, no sólo el gato sino el mismísimo Polifemo aparecía hermoso a ojos de Polifemo, y todo resultaba disparatadamente lógico. En aquél mundo de espejos era normal tropezarse antes del desayuno con un conejo blanco que, todo cabeza, iba a ninguna parte, o con un sombrerero loco por el que todo el mundo sentía un miedo atroz. Erase que se era también las penalidades de un rey de corazones permanentemente melancólico, y de una reina de corazones hincha del Athletic de Bilbao. Se esperaba a una tal Alicia, pero nunca apareció.

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