sábado, 28 de noviembre de 2015

DULCES


Con la cerviz tatuada y el cuerpo desnudo, una mujer miraba entre boquiabierta y perpleja la colección de pastelitos de todo tipo y condición que se mostraban en las vitrinas de la única pastelería del barrio. Recuerdo que era verano y que, más o menos de la misma forma, entre boquiabiertos y perplejos, aunque algo más trasudados, se encontraban algunos parroquianos que tuvieron la fortuna de pasar aquel día, en aquella hora, por aquel lugar, y pudieron advertir la estampa de esa mujer que contemplaba con deleite los suaves y apetecibles dulces.

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