domingo, 29 de noviembre de 2015

NADA DEL OTRO MUNDO


Su cuerpo le pedía con sistemática periodicidad la ingestión de ciertas dosis de comida basura. Eso era todo. Esta noche, al salir del comedero, el cielo seguía cubierto y, como si en esos precisos instantes una lluvia de diminutos espejos se estuviera posando sobre su cabeza,  en sus ojos helados se derretían en silencio infinitas imágenes del ser distinto que hubiera querido ser. Como ven, nada del otro mundo.

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