domingo, 26 de junio de 2011

EL TIMBRE SEGUÍA SONANDO

Al otro lado de la puerta pudo ver la cara de un tipo que no resultaba difícil imaginárselo asaltando un puesto de gasolina, uno de esos tigres que dan la impresión de poseer el mundo, tomando lo que quieren y soltando lo que les sobra. El timbre seguía sonando mientras fue a la cocina y, acariciando la achocolatada empuñadura del cuchillo de trinchar pollos, se dispuso a abrir. No sé cuanto tiempo duró todo.

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