viernes, 10 de junio de 2011

GIRASOL

Obediente y desvalido como tantos y tantos vegetales, al girasol no le quedaba otra que girar con serenidad siguiendo el sol que más caliente mientras derramaba sus aceitosas lágrimas por los más de tres mil millones de seres humanos a los que imaginaba como tristes apaleadores de viento, incapaces de comprender lo que está sucediendo en el instante mismo en que sucede.

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