Fuere como fuere el aspecto que debieran tener los chacales moribundos, él tenía aspecto de chacal moribundo. Desde muy jovencito se acostumbró a ahorrar aliento y a vivir con poco aire. Sus escasos esfuerzos perseguían un único objetivo: descubrir el gran secreto que le permitiera quedarse vacío. Pasar del dolor a la carroña y de la carroña a la piedra, y todo hacerlo a través del pensamiento. Casi sin respirar.
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