A todo rumbo, sin sentido, las prisas espasmódicas acuchillan el aire hasta que la vida toda pareciera una quimera ruinosa. Es entonces cuando, en medio de un frío transparente y constante, deslizo el vientre sobre las horas de nieve, y emerge la canción antigua. Lo veo venir. Oculto en el sueño, tras las rígidas espinas de la niebla, vive el miedo.
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