Señor de dos lugares y otras tantas almas, gustaba del ocio blando, razón por la cual sufría y callaba como sufren y callan aquellos que se atreven a más de lo que su bolsillo y sus fuerzas prometen. Quiso el demonio, que no duerme, que hubiera una tercera a la que también quiso sin saber que la quería. Ni que decir tiene que murió sólo, triste, y en conuco ajeno.
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