sábado, 9 de julio de 2011

EL ÚLTIMO BESO

Aquella noche los besos no tuvieron sueño y, vagamente insomnes, viajaron de la sombra a la piedra y de la piedra al pájaro, y fue allí, a la sombra de un pájaro rocoso, donde el último beso detuvo su empalagoso trajín quedando convertido en llama. Al amanecer, por no parecer mal al vulgo ocioso, recogió sus cosas y se fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario