martes, 19 de julio de 2011

MALAQUÍAS

En la secta de los garrapateadotes de papeles no se andaban con medias tintas. La mansedumbre y la humildad habían pasado a mejor vida, y ahora era la envidia, esa materia incierta que se elevaba como una honda transformando cualquier realidad, la que proporcionaba el combustible necesario para subsistir. En las asambleas, sólo la lectura de algún fragmento de Malaquías producía aún cierto terror reverencial.

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