sábado, 8 de octubre de 2011

EL MÁS DESDICHADO DE LOS HOMBRES

El más desdichado de los hombres no era un loco de esos que confunde rebaños de carneros con ejércitos enemigos, ni sus desvaríos tenían nada que ver con imaginarias malicias y ojerizas. Al decir de su tatarabuela, todo comenzó con un olor a ajos crudos que muy de niño le embotó el alma y sacó a su ser de quicio. Su corazón lloraba como el de cualquier otro, pero desde entonces nunca volvió a ser el mismo.

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