miércoles, 26 de octubre de 2011

EL MATADOR

Era curiosón, como Marco Polo, y llegado el tiempo de la caña eran muchas las cosas que sabía sentir mejor de lo que era capaz de decir. Cuando divisó el rostro de su asesino también sintió cosas, aunque no dijo nada. La zafra comenzaba y el pueblo iba al ingenio en busca de la melaza. Llegó papá, dijo el matador, y la estridencia de su treinta y ocho dijo el resto.

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