domingo, 23 de octubre de 2011

LA PIEDRA

Sabiendo que no era sabio, no encontró forma de transmitir su sabiduría. Encontró, eso sí, el espíritu de piedra, como más tarde encontró el polvo. Y encontró que, justo en la diferencia entre la palabra piedra y el pensamiento en esa misma piedra, radica buena parte de la confusión. Si además de la palabra o el pensamiento sentimos la piedra, o llegamos a amarla, la confusión adopta tintes de locura.

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