domingo, 30 de octubre de 2011

SINÉCDOQUE

Tuvo extraños sueños de arroz hervido, y aquella noche debió emplearse a fondo para domeñar los ataques de misericordia que de vez en cuando sublimaban su corazón. De madrugaba la niebla se había levantado y una jauría de lobos blancos olfateaba el anís de los campos. Viendo aquello, el hombre sublimado hizo un tropo y, mutado en sinécdoque, tomó la parte por el todo convirtiéndose todo él en dulce membrillo de pecado.

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