jueves, 10 de enero de 2013

SIN DIRECCIÓN Y SIN MIEDO

Sus ojos hablaban de páramos y cicatrices, y de un viento estepario donde reinaba el cuarzo y la violeta parecía como ausente. Hablaban de lunas locas y volcanes resecos, y de unas lágrimas densas destiladas en el extraño alambique del vivir y la necesidad. Cuando se ajustaba sobre las sienes su oxidado sombrero ecuatorial, huían los ángeles y la sangre caía sin dirección y sin miedo.

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