sábado, 19 de enero de 2013

SOPLOS

Rara vez las trashumantes edades se sustancian en soplos que, a modo de relámpagos, merecen la pena ser vividos. Ayer, empero, sintió el húmedo calor de la lluvia infiltrándose en sus tejidos, y se olvidó por un instante de las piaras de carroñas sin nombre, sin suelo y sin camisa que hacen estremecer sus barrigas al son de la carne y el aguardiente. Abandonó la cocina cuando terminó de fregar la última cacerola, pero ya era otro.

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