jueves, 31 de enero de 2013

SONARON LAS TROMPETAS

Una y mil veces sonaron las trompetas, pero los muertos continuaron dormidos mientras los insectos, cada vez más borrachos, afianzaban su dictadura. Nadie se dio por aludido, y él tampoco. En su caso, la reclusión en sus asuntos privados estaba más justificada ya que disfrutaba de regulares albedríos por los salados abismos de una boca submarina realmente maravillosa, boca que para colmo de bendiciones resultó ser la de su mujer.

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