viernes, 11 de enero de 2013

SQUASH

Jamás nadie le vio mear, tenía por costumbre no contar sus sueños, y rara vez sabía si aún era de noche o de día porque, en su opinión, todo dependía del punto de vista. Aun así, lo más interesante sucedía en su interior. El odio rebotaba en las paredes de sus venas en una especie de squash terrorífico que debilitaba y acobardaba lo que de por sí no era sino un cuerpo enfermo.

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