La cosa principió porque tenía pensado realizar una obra tan
descomunal, tan pero que tan maravillosa y trascendente, que apenas si
encontraba el momento y las fuerzas para comenzar la tarea. A este problema
llamémosle de oportunidad hay que añadirle otro derivado del carácter, y es que
el señor del que quiero hablarles hoy tenía un modo de ser en extremo
silencioso y apocado, lo que le hacía huir como de la lepra de cualquier atisbo
de gloria que asomara en su perímetro, por muy lejana en el tiempo que la tal gloria previera hacerse carne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario