Más de dos mil años de esfuerzos, rebelión tras rebelión,
intentando construir el sujeto capaz de comprenderlo todo, hasta que la
inviabilidad misma del orden racional, el triunfo de lo indecible, se hizo
evidente. Los que quedaron, paralizados quizás por el exceso de velocidad,
pensaron que nunca debieron salir de allí, y que quizás lo mejor fuera regresar
a la luz, al calor del fuego de donde vinieron.
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